Kevin Carter recibió el Pulitzer por una foto que odiaba. Era la foto más importante de su carrera dijo pero no podía ni quería verla, simplemente, la odiaba. Carter fotografió la agonía de una niña durante la hambruna en Sudán y la vigilante paciencia de un buitre que a unos metros espera, como presagio de la muerte.
Cuatro meses después de haber recibido el premio, el fotógrafo sudafricano se suicidó; agobiado por la depresión, su dependencia a las drogas y la muerte de un amigo cercano, Kevin Carter escribió una nota en la que dejó su último testimonio, en el que se dijo perseguido por las memorias, las imágenes, de los asesinatos y cuerpos, el odio y dolor, el hambre y las heridas, la sonrisa y el gatillo de los tiranos.